Hola, soy Caterine Muñoz, y en el año 2019-2020 tuve la oportunidad de ser familia anfitriona de Josh Wenckel, un participante de intercambio de Alemania. Lo que empezó como una aventura para compartir nuestras culturas, terminó creando un lazo mucho más profundo de lo que esperaba. No solo le mostramos a Josh cómo vivimos en Colombia, sino que también nos abrimos a conocer y apreciar su cultura de una manera única.

Lo más sorprendente fue cómo Josh se integró a nuestra familia. Para mí, él no fue solo un invitado; se convirtió en mi hijo. A pesar de que ya han pasado cuatro años desde su intercambio, seguimos en contacto cercano. De hecho, hoy en día Josh ha vuelto a Colombia, vive de nuevo conmigo en Popayán, y sigue llamándome “mamá”. Es algo que jamás imaginé cuando empezamos esta aventura, y es un lazo que llevaremos para siempre.

Ser familia anfitriona no solo nos permitió expandir nuestra familia, sino que también nos enriqueció al crear conexiones reales con alguien de otro país. Hoy puedo decir con orgullo que tengo un hijo alemán y una nueva familia en Alemania. Gracias a este intercambio, hemos roto barreras y construido relaciones basadas en cariño y respeto.

Si alguien está considerando ser familia anfitriona, les animo a lanzarse a esta aventura. Aunque puede haber desafíos, es una experiencia que transforma vidas, tanto la de los participantes como la de nosotros, las familias anfitrionas. Josh no solo conoció nuestro país, sino que también vio de primera mano lo que somos realmente: personas cálidas, amorosas y generosas, lejos de los estereotipos negativos.

Hoy, después de todo lo vivido, puedo decir que ser familia anfitriona nos abrió el corazón y nos permitió mostrar lo mejor de nuestra cultura colombiana. Estoy segura de que Josh se lleva un pedacito de Colombia con él y eso, para mí, es lo más valioso.

¡Felices 65 años, AFS, educando para la paz!