A AFS le debo muchas cosas, muchos aprendizajes y experiencias maravillosas. Pero lo más importante y lo más lindo que me dio AFS es mi hermanita. Cream llegó a mi familia de forma inesperada y cambió nuestra vida por completo, dejó una huella imborrable en nosotros.
Después de solo 7 meses siento que la conozco de toda la vida, es como si hubiera nacido en mi casa hace 17 años porque la confianza y la relación que construimos es única, este tipo de relación fraternal no la tengo con nadie porque soy hija única.
A medida que nos empezamos a conocer y vimos que teníamos varios gustos en común, hicimos varios planes como cocinar, ir a cine, salir de compras y planes culturales. No solo compartió momentos especiales con mis papás y conmigo, estoy segura que mis tíos, primos y amigos que la conocieron también se llevan grandes recuerdos con ella.
Cream me enseñó cosas maravillosas de su cultura y de su personalidad tan especial, como lo es su nobleza amabilidad. Con ella aprendí lo que es poner su felicidad, sus preocupaciones y su bienestar ante todo, porque para mi no fue solo cuestión de darle un techo y comida, para mi y mi familia fue cuestión de hacerla parte de nosotros y nuestras dinámicas familiares. Fueron solo 7 meses pero cada día fue una experiencia única e inolvidable. El día que se fue sentí que se fue una parte de mi, la casa se siente vacía sin ella, pero cada día estoy agradecida de haber vivido esta experiencia porque al otro lado del mundo tengo una hermanita para toda la vida. No estamos tristes porque se acabó, estamos felices porque sucedió.
Ana María Camargo Reyes